Graduado de la Facultad desarrolla un colorante que revolucionará la industria textil

Forma parte de Protiva, una startup que formó junto a otros tres graduados de Universidades Públicas, y están desarrollando pigmentos a base de bacterias, que no contaminan el ambiente.

Publicada el 20 de agosto de 2024. Categorías: Graduados, Investigación, Orgullo UTNBA, Todas las noticias.

Una startup creada por graduados de universidades nacionales está desarrollando colorantes naturales a partir de bacterias, que no tienen impacto ambiental, lo que revolucionaría la industria textil, una de las más contaminantes a nivel mundial, por el uso de colorantes sintéticos. 

 

El Ingeniero Gonzalo Pulka, graduado de la carrera de Ingeniería Textil de la UTNBA, forma parte de Protiva junto al Lic. Esteban Silva, biólogo molecular, graduado de la Universidad Nacional del Sur; la Lic. Carola Campanelli, biotecnóloga, egresada de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM);  y la Lic. Emilia Cardoso, bióloga y Ecologista, graduada de la Universidad Favaloro.

“Protiva es una startup biotecnológica que busca cambiar el futuro de la moda y de los colores. Estamos desarrollando colorantes a partir de bacterias, usando las baceterias como una biofábrica para producir pigmentos”, explicó el Ing. Pulka. 

El proyecto ganó varios premios, como el Potenciar Nuestra Innovación (PONI), un concurso público para emprendedores innovadores jóvenes; concursos de UNESCO y Nestlé y llegó a la final del concurso IB50K, concurso muy prestigioso del Instituto Balseiro.

La investigación en la que están trabajando es revolucionaria para la industria textil, una de las más contaminantes a nivel mundial.

Según el informe The environmental price of fast fashion, publicado por la revista Nature, “el impacto de la industria de la moda incluye más de 92 millones de toneladas de residuos producidos al año y consume 79 billones de litros de agua”.

En ese sentido, el Ing. Pulka explicó que la startup busca cambiar el paradigma productivo de la industria textil, “a partir de colorantes sustentables, de base orgánica, cuyo residuo es orgánico, porque los colorantes sintéticos producen efluentes muy difíciles de tratar, y se hace con químicos que, a su vez, contaminan el agua aún más”.

Si bien existen alternativas a los colorantes sintéticos en la industria textil, su uso no termina de expandirse porque se trata de colorantes de origen vegetal, o de frutas, por lo que compite con la industria alimenticia: “Uno no va a elegir una remolacha para teñir una remera en lugar de comerla. Esos pigmentos también tienen dificultades en sus niveles de esclabilidad.

 “Para teñir una remera se necesitan 10 kilos de remolacha. Con nuestro producto buscamos resolver esos problemas: Una bacteria se duplica cada 20 minutos, entonces en un día tenemos 1×10 a la 47 bacterias, es decir 1×10 a la 47 ceros de biofábricas, o sea, producción de colorantes. En ese punto es donde la biotecnología le gana a la naturaleza”, aseguró el Ing. Pulka. 

El graduado de la Facultad explicó, además, que los pigmentos que utilizan no producen ningún desperdicio tóxico ni petroquímico, los cuales son frecuentes en la industria textil y tardan millones de años en degradarse. El residuo que puede quedar de los colorantes a base de bacterias es totalmente orgánico y biodegradable, no tiene impacto medioambiental.

La startup se encuentra en una etapa que se conoce como “Pre- semilla”, “hasta el momento, todos los medios y recursos utilizados fueron propios o de premios que ganamos en diferentes concursos. Estamos buscando una inversión pre-semilla, por unos 250 mil dólares, a nivel mundial”

 

Lo que viene

Protiva tiene,actualmente, cuatro biofábricas que producen cuatro pigmentos diferentes, que buscarán validarlos con diferentes estándares textiles. Los estándares textiles se conocen como solideces y son la resistencia del color a distintos usos como el frote, el lavado, la luz solar, o el  calor. 

“Ahora los tenemos en formato líquido y queremos llevarlos a un formato sólido que es como se comercializa en la industria textil. Buscamos adaptar nuestra solución a la industria y no que la industria se adapte a nuestra solución”, explicó el Ing. Pulka. 

“Nuestro próximo paso –continuó– es validar una bacteria que sea escalable, eficiente y costo-efectiva, tanto en la fermentación como en la fabricación de colorante. Una vez que tengamos esa biofábrica, queremos modificarla para que la bacteria sea nuestra, patentarla y, a partir de ahí iniciar una nueva etapa del proyecto, que sería la de ingeniería genética, para modificar las bacterias y darles, a los pigmentos, características propias de colorantes sintéticos, que no existen en el mundo natural”.

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