Graduado veterano de la guerra de Malvinas brindó un discurso a flamantes ingenieros
Se trata de Alejandro Albanese, Ingeniero Electrónico graduado de la UTNBA, luego de su participación en la guerra de Malvinas.
Por primera vez, un veterano de la guerra de Malvinas graduado de la UTN Buenos Aires brindó el mensaje a los flamantes ingenieros que recibieron su título en la segunda colación de grado del año. Se trata del Ing. Alejandro Albanese, graduado Ingeniería Electrónica UTN Buenos Aires, quien estuvo destinado en Puerto Argentino en la Compañía de Comunicaciones Mecanizada 10 durante el conflicto armado.
Albanese cuenta con 26 años de ejercicio profesional, y actualmente se desempeña como Líder de Ventas para América Latina en Nokia. A continuación se reproduce el discurso que brindó a los jóvenes profesionales:
“Sr. Decano Ing, Guillermo Oliveto
Sres. Cuerpo Académico, Egresados Familiares y amigos todos
La primera cosa que quisiera decir es Gracias. Tengo el inmenso honor de compartir este extraordinario momento con esta comunidad UTN, de la que formo orgullosamente parte, y hablarles a Uds. Ingenieros recientemente graduados de la Carrera de Ingeniería en las especialidades de Electrónica, Eléctrica y Civil de la Universidad Tecnológica Nacional.
Quiero ante todo dedicar un párrafo especial para el abanderado y los escoltas, ese faro guía que nos debe marcar el camino siempre, hacia donde debemos ir, la búsqueda de la excelencia, de la superación, lo que nos destaca, lo que todos debemos mirar. Graduarse en Ingeniería y además tener el honor de llevar la bandera y escoltarla, es un ejemplo. Mis felicitaciones más hondas a Uds.
De lo que me gustaría hablarles hoy es de volver y quisiera centrar el mensaje de mis palabras en el hecho fantástico del regreso al lugar que nos formó, que nos vió y nos hizo crecer…
Hace exactamente 25 años, un cuarto de siglo estaba sentado ahí donde están Uds. hoy y la verdad no recuerdo que palabras se pronunciaron entonces, en aquel momento, pero si recuerdo la emoción que sentía, todos los pensamientos que aparecieron entonces en mi mente, me sentía coronado por haber llegado hasta ahí, por haber alcanzado la cima, por nunca haberme rendido, por haber superado todos los obstáculos.
Entré a la Universidad en los finales de la dictadura militar, con examen de ingreso y donde había que mostrar la libreta para atravesar esa inmensa puerta abierta que está sobre la calle Medrano, caso contrario no se podía entrar. El primer año de cursar lo perdí, porque no me permitieron salir del cuartel donde estaba haciendo el servicio militar a dar el último examen de ingreso: Física. Ausente. A pesar de las gestiones de mi madre con las autoridades de entonces y las mías en el cuartel, no pude ingresar. Lloré y lloré mucho. Una dama llamada frustración comenzó a ser mi compañía por aquellos días.
Pero no me rendí, preparé nuevamente el ingreso y esta vez sí logré dar los exámenes e ingresar. Pero cuando las clases comenzaron yo estaba en una trinchera en las Islas Malvinas. Era el año 1982. ¿Podría algún día volver y empezar de una vez a estudiar? Allá, en el frío del Sur, pude sobrevivir porque en lo único que pensé fue en volver. A mi regreso, no pensaba en otra cosa que abandonar a la Sra. Frustración y retomar mi sueño. Nada me detuvo, esta Casa me abrió esa puerta gigante de la calle Medrano y mi compañero y amigo Alejandro Docampo, todos los días, sin claudicar, salía de su trabajo y venía a mi casa y hasta la madrugada me enseñaba, me explicaba, medio año de Análisis Matemático, Algebra, Geometría Analítica, Física. Nunca faltó. Ni un solo día.
A lo largo de mi carrera me he preguntado más de una vez: “¿Quien me mandó a mí a meterme acá? ¿Justo Ingeniería tuve que elegir? e inmediatamente la respuesta “Pero si es lo que querías, si es lo que elegiste”. ¿Acaso no era tu sueño ser Ingeniero algún día? Y los sueños se persiguen, no se abandonan máxime cuando tantos te apoyaron y ayudaron a concretarlos y es lo que hice y es lo que ustedes hicieron también y por eso están hoy acá. Nada me detuvo, tampoco a ustedes.
La sociedad los necesita, espera de estedes, necesita Ingenieros. Los ingenieros tenemos la enorme capacidad de transformación, la fuerza transformadora que mediante la innovación es capaz de producir cambios sustentables en las sociedades y sino miren las telecomunicaciones.
Según estadísticas de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICyT) el 60% de los aproximadamente 125.000 jóvenes que egresan anualmente de las Universidades del país, se gradúan en carreras de Ciencias Sociales y Humanidades, mientras que apenas un 21% egresan con licenciaturas en Ingeniería, ciencias exactas y ciencias naturales. Ingeniería representa sólo el 11% del total.
Los jóvenes que se reciben en disciplinas con base en la ciencia tienen una excelente preparación. Los proyectos tecnológicos cada vez más requieren conjugar distintas especialidades, esta es la era de la colaboración. Donde el mecánico tiene que interactuar con el electrónico, con el que hace Software, control térmico o hidráulica o Inteligencia Artificial. El gerente general del INVAP, el Ing. Campenni lo decía hace unos días “El trabajo en equipo es central, requiere un lenguaje común. Y ese lenguaje común justamente lo dan las matemáticas, las ciencias físicas, la química, aquello que permite a un mecánico entender a un químico o un desarrollador de algoritmos de Sw..:En eso los argentinos tenemos una visión sistémica natural, no se bien porque…tal vez por la formación en nuestras Universidades. No es fácil adquirir esas habilidades en Centros Académicos” y esto lo agrego yo la UTN es un exponente de este concepto desde siempre.
La falta de una buena educación en matemáticas, ciencia y tecnología ha contribuido al atraso tecnológico en la mayor parte de los países de la región, incluido el nuestro. Ahora es cuestión de crear una obsesión nacional por la educación, con especial énfasis en las matemáticas y en las ciencias que lo que nos demanda la nueva economía del conocimiento. Debemos ser capaces de agregar valor en la tan nombrada cadena, para lo cual se requieren Ingenieros, científicos y tecnólogos capaces de desarrollar innovaciones que provoquen ventajas competitivas.
Para finalizar el mensaje que me gustaría darles es que transmitan a los demás el conocimiento, es fantástica aventura de enseñar, como hicieron estos Docentes con ustedes, quienes desde hoy serán además de sus Profesores sus colegas. Enseñen, hagan docencia, hagan como Alejandro Docampo hizo conmigo; esa semilla se ve que germinó en mi porque cada día disfruto el hecho de enseñar, en un país donde hace mucha falta.
Ustedes no se van de la Universidad, porque a la Universidad hay que volver permanentemente. Hay nuevas preguntas, hay nuevos temas, hay nuevos desafíos que enfrentar, y como cuando uno deja la casa, y cada vez que sufre una angustia, una pena, un desafío nuevo, una incertidumbre, vuelve a su casa; así también se vuelve a esta Casa a preguntar, porque esas preguntas también nos desafían a nosotros para mejorar. No hay manera de que una Universidad se mantenga al día, si no tiene preguntas que resolver.
Vuelvan siempre a la UTN la puerta gigante de la calle Medrano, como se abrió de par en par cuando yo regresé de Malvinas, siempre va a permanecer abierta para ustedes.
MUCHAS GRACIAS”