La UTNBA homenajea a los investigadores en su día
La Facultad reunió a dos investigadores destacados para, a través de ellos, homenajear a todos los que trabajan en esta área estratégica, los cuales forman parte del #OrgulloUTNBA.
El 10 de abril se celebra el día del investigador científico en conmemoración del Premio Nobel de Medicina que recibió el Dr. Bernardo Houssay en 1947, el primer argentino y latinoamericano en recibir ese galardón.
La UTN Buenos Aires reunió a dos de sus investigadores para, a través de ellos, homenajear a toda la comunidad científica de la Facultad y reconocer su esfuerzo y dedicación diaria.
La Ing. Química Paola Álvarez, trabaja dentro el Centro de Tecnologías Químicas, en el proyecto: “Producción de biomasa y productos microalgales: aprovechamiento de coproductos y residuos de la industria alimentaria”.
En 2009, cuando el Departamento de Ingeniería Química comenzó a gestar una nueva línea de investigación en procesos biotecnológicos, convocó a docentes y los alumnos que consideró que habían tenido potencial de investigadores como alumnos.
“Llegué al campo de la investigación a través de la Ing. María del Carmen Gutiérrez, que en ese momento era Directora del Departamento de Ingeniería Química. Un día me dijo que ella sabía que a mí me interesaba la carrera docente -yo ya había participado como becaria alumna de un proyecto de investigación-, y me preguntó si me interesaba unirme a la propuesta. Me brindó la posibilidad de hacer la maestría en procesos biotecnológicos y con eso sellamos lo que fue la iniciación en esta área”, recordó Álvarez.
La investigadora destacó que esa línea de trabajo comenzó a desarrollarse con la intención de obtener productos de las microalgas y determinar si alguno de ellos podía ser de interés comercial.
En cambio, para el Ingeniero Electrónico, Leandro Cymberknop, coordinador de actividades del Grupo de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería (GIBIO), el proceso se dio a partir de una búsqueda personal: “Obtuve mi título de grado en 2001, poco tiempo después estaba trabajando en el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), en la división Sistemas de Control. Pero desde siempre me resultó sumamente interesante el campo de la investigación en Ingeniería Biomédica y tenía presente la posibilidad de acceder al doctorado en Ingeniería de la UTNBA, por lo que decidí hacer el intento de desarrollarme en ese aspecto, a pesar de que estaba a gusto donde estaba”.
Cymberknop destacó que en ese momento recibió gran apoyo e incentivo del Dr. Walter Legnani, quién en ese momento se desempeñaba como Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la UTN . “Me reuní con el Dr. Legnani y le conté mi interés en formarme en dicha área de estudio, aunque no sabía cómo hacerlo. Inmediatamente llamó al Dr. Ricardo Armentano Feijoo, director del GIBIO y mi mentor durante todos estos años, y le contó. Cuando cortó la comunicación me dijo que me tenía que presentar al día siguiente en la Facultad porque me iban a incorporar como ayudante en la materia Análisis de Señales y Sistemas, en la que todavía dicto clases junto al Dr. Armentano; como becario al GIBIO y que además ambos elaborarían conmigo un plan de trabajo para aplicar a una beca y desarrollar mi tesis de doctorado UTNBA. Y así sucedió, por lo cual siempre estaré profundamente agradecido”, recordó.
“Me dieron una oportunidad muy poco frecuente –continuó-, y supe que estaba frente a una enorme responsabilidad; mi objetivo fue no defraudar. Hoy trato de devolver un poco de eso y cada vez que tengo la posibilidad intento dar ayudar a quien se interesa por este campo”.
Cymberknop destacó la importancia de incentivar a quienes desean investigar, con el compromiso con el que lo hicieron los doctores Legnani y Armentano Feijoo, y aseguró que en la actualidad “trato de hacer lo mismo, en la medida de mis posibilidades, con quienes se me acercan con inquietudes por la investigación”.
Los investigadores
Álvarez y Cymberknop coincidieron en que una de las características principales de un investigador es la curiosidad, el deseo de conocer por qué se producen determinados procesos, cuáles son sus resultados y cuál es su utilidad.
“Cuando era chica era muy curiosa, quería saber el por qué y para qué de las cosas; creo que es lo que también me llevó a estudiar Ingeniería”, recordó Álvarez, quien consideró que el orden y el ingenio son otras dos características fundamentales para quienes se dedican a la investigación.
“Hay que trabajar con ciertas metodologías, por eso es importante ser ordenado. También hay que tener mucho ingenio porque uno plantea objetivos pero después, en el trabajo diario, nos vamos encontrando con muchas dificultades e imprevistos que hay que resolver con las herramientas disponibles, porque nunca se tienen ni todos los equipos, ni todas las instalaciones que uno desea; eso no te tiene que detener”, aseguró la investigadora.
Para Cymberknop, es necesario también ser un apasionado por “la resolución permanente de problemas, que es parte de lo que conlleva la formación en Ingeniería. Pero para embarcarse en esta actividad hay que ser ordenado, constante y sistemático. Uno plantea objetivos y una hipótesis de trabajo, pero la mayoría de las veces los resultados no afloran de inmediato. Hay que ser paciente, persistente, metódico y sostener la coherencia junto al ingenio para interpretar las observaciones de manera adecuada. El trabajo científico que llega a publicarse es el resultado final de un minucioso proceso, el producido de muchas horas de trabajo, que a veces implica meses, y en ciertas ocasiones, años”.
La carrera
La carrera de investigador requiere de formación constante, por lo que tanto Álvarez como Cymberknop destacaron que los dos Doctorados de la UTNBA están acreditados por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), con la máxima categoría y son gratuitos.
“Se cursan seminarios, tenés que sumar cierta cantidad de créditos para los cuales se evalúan los seminarios y los trabajos, y en paralelo muchas veces vas desarrollando tu trabajo de investigación. Tenés que conseguir un Director y elevar tu plan de tesis. Eso pasa por distintos estadios de diferentes comisiones tanto de la Facultad como de Rectorado. Y una vez que se aprueba el plan de tesis pasás a ser doctorando”, explicó Álvarez. Luego se fijan las actividades según lo establecido en el plan de tesis.
“La investigación es una actividad muy demandante. Los problemas persisten y de alguna forma hay que resolverlos. Asimismo se trabaja con un cronograma dado que los proyectos obtienen sus recursos de subsidios públicos y privados. Pertenecer a un grupo de investigación durante la formación doctoral contribuye notablemente, uno se encauza en muchas facetas. No obstante la actividad del doctorando es bastante solitaria porque uno tiene que resolver sus propias dificultades, no es un club de amigos”, sostuvo Cymberknop, aunque aclaró que “uno se apoya en sus compañeros para poder ir llevando adelante problemas vinculados con lo metodológico. Pero después hay un aspecto que implica resolver aquello que finalmente va a ser una pequeña contribución al conocimiento en general sobre la temática del trabajo. A mí todavía me conmueve el hecho de que uno pueda contribuir a lo que hasta el momento se desconocía”.
Trabajo diario
Cymberknop trabaja en la coordinación del Grupo de Investigación y Desarrollo de Bioingeniería, que se especializa en Ingeniería Cardiovascular.
“Interpretamos el comportamiento del sistema cardiovascular en términos de nuestras herramientas de Ingeniería. Me apasionó llevar a cabo dicha aplicación a la descripción de procesos biológicos y al procesamiento de sus señales asociadas. El entendimiento del proceso viene dado desde el punto de vista de la generación de modelos de Ingeniería, los cuales manejamos dentro de la especialidad ”, explicó el investigador.
“Después me seguí formando, -continuó- porque es necesario desarrollar un lenguaje común con tus colaboradores (médicos en general) , posibilita el entendimiento de los fenómenos con mayor profundidad. No obstante, lo cardiovascular lo concebimos desde el procesamiento de las señales propias del sistema, tales como la variación de la presión arterial o la manera en la que se distienden las arterias”.
Entre las actividades que realiza, el GIBIO genera dispositivos en términos de investigación que requieren de su aprobación para poder ser aplicados en protocolos clínicos: “lo cardiovascular es muy complejo en términos de equipamiento. En el GIBIO se trabaja in-vitro con simuladores de circulación de fluidos, (por ejemplo en la evaluación de sustitutos arteriales) o procesando señales provenientes de individuos sanos y pacientes médicos. Es por ello que no se puede utilizar cualquier tipo de dispositivo, el mismo debe estar aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos o por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)”, explicó Cymberknop.
El Grupo trabaja con colaboraciones con diferentes universidades para sus investigaciones, “aquellas señales o datos pertenecientes a los protocolos clínicos que llevamos a cabo en conjunto, las utilizamos para generar modelos de comportamiento, para interpretar fenómenos o para calcular riesgos. Nuestro eje de trabajo son las enfermedades cardiovasculares”, aseguró.
El laboratorio
Paola Álvarez forma parte del Centro de Tecnologías Químicas, el cual posee 5 líneas de investigación, entre las que se encuentra la de productos biotecnológicos: “dentro de esa línea yo formo parte de un proyecto que se llama ““Producción de biomasa y productos microalgales: aprovechamiento de coproductos y residuos de la industria alimentaria”.
La Ingeniera explicó que “las microalgas necesitan de una fuente de alimento para crecer. Esa fuente puede ser orgánica o inorgánica, y dentro de las orgánicas puede ser algún tipo de residuo. Nosotros estamos trabajando con el residuo que generan las industrias cerveceras, e investigamos qué hacer con esos residuos, cómo aprovecharlos como fuente de alimento para estos microorganismos”.
“Por otro lado –continuó- , también trabajamos con el suero de ricota que genera grandes volúmenes de residuos en nuestra industria láctea. Nosotros lo usamos, el alga ‘come’ ese residuo y genera productos como la biomasa que puede ser utilizada como producto alimenticio para peces o animales, e inclusive para seres humanos; o para extraerle productos de interés. Nosotros tratamos de extraer pigmentos naturales porque tienen mucha capacidad antioxidante, se pueden utilizar en alimentos. Esos pigmentos son clorofila, carotenoides y ficocianiana. El trabajo tiene dos partes: obtener un producto y generar un beneficio ambiental respecto de esos residuos dándoles una revalorización”.
Sus anhelos
Los investigadores coincidieron en que uno de sus mayores deseos es que la tarea que realizan alcance la transferencia, es decir, que sus resultados se apliquen para mejorar la calidad de vida o resolver problemas de la sociedad.
“El desafío es lograr la transferencia tecnológica, que alguien pueda utilizar nuestros desarrollos como matriz productiva o para solucionar problemas ambientales; que se pueda revalorizar su residuo y que una empresa o varias puedan reutilizarlo es nuestro objetivo. El ingeniero siempre busca llegar al sector productivo o empresarial”, sostuvo Álvarez.
Por su parte, Cymberknop consideró que “el objetivo primario consiste en profundizar la compresión de la dinámica del sistema cardiovascular, lo cual puede repercutir eventualmente en un mejoramiento de la calidad de vida de la población. La posibilidad de obtener indicadores predictivos sobre la posibilidad de que esa persona sufra algún evento cardiovascular -por lo general agudo y sin síntomas precedentes- constituye una expectativa permanente, una contribución enormemente significativa en términos de salud”.