Discurso del graduado destacado Ing. Alejo Allende
En el marco del homenaje a los graduados de hace 50 años.
“Señor decano de nuestra querida facultad, ingeniero Guillermo Oliveto, autoridades educativas, invitados especiales, familiares y seres queridos de los hoy homenajeados, flamantes ingenieros que hoy celebran sus bodas de oro. En primer lugar, quiero expresar, dando el inicio a estas palabras, mi más profundo agradecimiento al ingeniero Manuel Flores, al director del departamento de graduados, al licenciado Alejandro Scomparin, quien me ha presentado recientemente, y a todos los integrantes de la facultad regional Buenos Aires, por permitirme compartir y ser partícipe de este gran acto.
Quienes hoy le ponen un broche de oro a su honorable carrera profesional en este día festivo, sienten hoy unas emociones encontradas, donde se entremezcla la nostalgia del largo camino recorrido y la alegría de haber podido desarrollarse como los excelentes profesionales que son. Acontecimientos como estos deben ser tomados como guía y ejemplo viviente del ser y del deber ser del ingeniero. Es por eso que me tomo el atrevimiento de invitar a todos los jóvenes profesionales de la ingeniería a tomar como modelo a nuestros hoy homenajeados, y ejercer como ellos las responsabilidades que la sociedad y el Estado han depositado en nosotros, tenidos estos alcances por los títulos profesionales que tenemos.
Habiendo expresado esto, y empezando a hacer un poco de memoria, me remito a la década del 60, época en la que un grupo de jóvenes intrépidos tomara una de las decisiones más importantes de su vida, convertirse en profesionales de ingeniería. Y para lograr tan codiciado objetivo, decidieron integrar en esta casa de estudios la Universidad Tecnológica Nacional, universidad líder en la formación de ingenieros, no solo de calidad, sino también en cantidad, como mencionara nuestro decano.
En el día de hoy, abrazado por los históricos muros de esta facultad, luego de más de 50 años, gran parte de ellos están aquí junto a nosotros para ser homenajeados, por sus bodas de oro como egreso de ingenieros tecnológicos. Era en esa época un mundo lleno de cambios, con incertidumbres globales como lo fue la Guerra Fría, donde el futuro era un mar desconocido, en una Argentina atravesando cambios sociales y políticos rotundos, con acontecimientos históricos que involucran a las universidades nacionales y donde la educación pública estuvo en riesgo. Enmarcados en un ámbito de lucha por este derecho tan preciado como es la educación pública, ustedes, mis queridos colegas, eligieron el camino de la ingeniería, de ser profesionales, con esas ansias de cambiar la sociedad, con las herramientas que esta universidad les brindara, mejorando desde su lugar todo aquello que esté al alcance.
¿Por qué hacemos eso los ingenieros? Buscamos la forma de solucionar los problemas y satisfacer las necesidades de las personas, para mejorar así su calidad de vida. ¡Qué valentía tuvieron ustedes, siendo tan jóvenes, en un escenario hostil para aquellas personas que querían estudiar, en ingresar a una universidad pública y comenzar así el camino del aprendizaje! Camino que fue una dura y constante prueba para todos ustedes y que solo quienes estudiamos ingeniería conocemos.
Innumerables días, fines de semana, noches de estudio, fueron necesarios para alcanzar el objetivo tan anhelado, con el que ingresaron el primer día por esta emblemática puerta sobre la calle Medrano, convertirse en ingenieros. Salieron de su zona de confort hacia lo desconocido, en busca de esas herramientas que les permitieron hacer cambios en la sociedad. Nadie mejor que ustedes sabe el enorme sacrificio que fue realizar la carrera. Entre parciales, trabajos prácticos, innumerables ensayos e investigaciones, se fueron capacitando y formando como los brillantes ingenieros en los que se convirtieron.
Pero para ello estuvo atrás una institución, que más que una institución, es una casa. Una casa de estudios, que está formada por una familia educativa, que les apoyara y les brindara todas las herramientas necesarias. A la par de ello, la familia, los amigos y los seres queridos, que muchos están aquí hoy presentes también, fueron pilar fundamental en su formación, pero también posteriormente, una vez recibidos y ejerciendo la profesión, acompañándolos diariamente mientras se desarrollaban como ingenieros.
Luego de tanto esfuerzo, alcanzaron la meta. Ese tan ansiado día de estar sentados en esta aula magna, como nos encontramos en el día de hoy, donde pudieron decir por primera vez, soy ingeniero. Y en ese momento, se galardonaron en una posición de privilegio intelectual y tomaron una responsabilidad que nadie los obligó a tomar.
Pero somos nosotros, los ingenieros, los que tenemos que hacernos cargo. Ya que se requieren mentes pensantes, corazones generosos y espíritus inquietos para sacar adelante un país. Y fue lo que, durante 50 años de profesión, ustedes junto a sus colegas que no están presentes en este acto, hicieron con vocación, buscando día a día enriquecer el gran suelo argentino.
Y es así como con el correr de los años, hicieron fiel cumplimiento del juramento profesional, desarrollándose con ética y compromiso social en su rol de ingenieros. De distintas posiciones, ya sea en una empresa, como profesionales independientes, asesores, muchos también como profesores, ya sea en esta casa de estudios o en cualquier otra institución.
Pero siempre interviniendo para que la Argentina crezca en su conjunto. Y si nos remitimos entonces a lo que es la definición básica de ingeniería, la cual dice, entre otras cosas, que es la ciencia que aplica los conocimientos técnicos y los recursos para dar solución a los problemas de la sociedad. Esto pone en evidencia que ustedes son un pilar fundamental, son superhéroes en la sociedad. ¿Por qué? Porque con sus conocimientos mejoran la calidad de vida de todas las personas. Y fue esta universidad la que les brindó las herramientas profesionales y personales para poder cumplir con ese objetivo.
Sin dudas, doy fe del orgullo que siente la sociedad por haber contado con profesionales como ustedes, mejorando así la calidad de vida de todas las personas. Y como expresaron en un principio, son ustedes la guía de muchos jóvenes que, como yo, recibidos hace no mucho tiempo, salen al mundo laboral con ese anhelo de cambiar el mundo, de mejorarlo y de aportar desde su lugar necesario para que el país crezca. Siéntanse orgullosos, porque son el reflejo del esfuerzo diario del ejercicio de la profesión. Son el ejemplo a seguir de muchos ingenieros que están dando sus primeros pasos en el ámbito laboral.
Los felicito finalmente por el camino recorrido. Por esto, sin duda, hermosos 50 años de profesión, donde se entrecruzan momentos buenos y no tan buenos, pero los cuales nunca perdieron de foco el objetivo que tienen desde su egreso, ayudar a los otros con su conocimiento. Resolviendo los problemas que para cualquier persona eran imposibles. Ahí aparecían ustedes, los ingenieros, poniendo en práctica todo lo aprendido e inventando lo necesario para solucionar lo que sea. Este aplauso final es para ustedes, mi más sincero reconocimiento para todos. Muchas gracias”.