La Clínica para Cátedras en el aula
Docentes de distintos departamentos de la UTN Buenos Aires se reunieron para compartir sus experiencias en el aula luego de concurrir a los talleres brindados entorno a la Clínica para Cátedras.
Docentes de distintos departamentos de la UTN Buenos Aires se reunieron para compartir sus experiencias en el aula luego de concurrir a los talleres brindados entorno a la Clínica para Cátedras, espacio de innovación pedagógica y de capacitación implementando en la Facultad desde 2013.
La Clínica para Cátedras nació en 2013 como un espacio de innovación pedagógica y de capacitación para docentes de la UTN Buenos Aires, en el marco de una serie de políticas destinadas a un mejoramiento integral de la calidad académica en las carreras. Consiste en dos encuentros exclusivos entre docentes titulares y asociados de una asignatura específica con la Prof. Alicia Camilloni, especialista en Enseñanza y Evaluación. Durante la primera etapa, realizada en 2013 y 2014, se abordaron dos temas principales: La Evaluación, desde la perspectiva de cómo son calificados los alumnos; y la Programación Didáctica, como metodología de planificación para el dictado de cursos. El objetivo de la Clínica para Cátedras es reflexionar y sistematizar prácticas docentes. Durante 2013 se recorrieron todas las asignaturas de Ciencias Básicas, y en 2014 la actividad pasó a los departamentos de carrera, trabajo que continúa en 2015, relevando nuevas problemáticas del quehacer docente. Las reuniones se programan con no más de veinte asistentes, a fin de lograr una relación directa entre los docentes y la Profesora a la hora de tratar cada tema y cada caso con profundidad.
El Ing. Pablo Szaingurten es docente de los departamentos de Ingeniería Civil, Eléctrica e Industrial, en las asignaturas Estabilidad y Estática y Resistencia de Materiales. Asistió dos veces a la Clínica y asegura que lo haría nuevamente. “Hay una riqueza muy grande, siempre se aprende algo nuevo en ese espacio”, explica y agrega: “Me interesé por los aspectos relevados sobre Evaluación, reflexionar sobre el hecho que los docentes podemos poner notas diametralmente opuestas a un mismo examen. Ahora me doy cuenta, a través del rendimiento de un alumno por ejemplo, que muchas veces mi clase no colmó las expectativas que yo tenía”.
Uno de los problemas surgidos y relevados en la Clínica para Cátedras es que los docentes, en su desarrollo técnico especifico de carreras de Ingeniería, suelen poseer una fuerte formación disciplinar; pero no contar con suficientes herramientas didácticas y pedagógicas, que sí tienen, en mayor medida, los docentes en Ciencias Básicas. Sobre esta ambivalencia, el Prof. Alberto Raiker, Profesor Titular de Física II, del Departamento de Ciencias Básicas rememora: “Durante estos años me ocupé en mejorar mi formación disciplinar, dejando un poco de lado la reflexión sobre temas estrictamente pedagógicos. La Clínica me permitió repensar esas cosas; y mejorar la calidad de las evaluaciones”. El docente explica que los propios alumnos notaron el cambio: “Recibí sus comentarios acerca del mejor criterio con el que estaban armados los parciales. El hecho de apuntar a lo conceptual, a lo medular, y a una comprensión íntegra del tema, mejoró las evaluaciones”.
Por su parte, la Lic. Silvina Cafferata, docente del Departamento de Ciencias Básicas en la asignatura Análisis Matemático I, destaca el trabajo personalizado de la Prof. Alicia Camilloni respecto a la actividad. “Para la Clínica de Matemáticas buscó trabajos específicos en la materia. Trató de hacer hincapié en los puntos de interés de cada asignatura, más allá de que el tema común era Evaluación, donde se están haciendo investigaciones continuamente dada la subjetividad que puede aparecer en esa instancia”, comenta, evidenciando las diferencias que puede haber en las prácticas de cada docente, o de cada grupo de docentes. “Se hace muy difícil tener criterios comunes”, sintetiza.
La Ing. Verónica Monzón, Jefa de Trabajos Prácticos en la asignatura Hidráulica General y Aplicada de tercer año de la carrera de Ingeniería Civil reflexiona: “En general, los ingenieros hacemos cursos, nos capacitamos con buena voluntad y predisposición; no tenemos formación estrictamente docente. La experiencia con la Profesora Camilloni nos hizo dar cuenta que todo estaba estudiado, todo estaba investigado”. En este sentido, una de las herramientas que la Ing. Monzón descubrió fue la corrección con rúbricas. La técnica cosiste en un cuadro de doble entrada donde el docente especifica qué aspectos evaluará de cada tema. La rúbrica se comparte con los alumnos antes del parcial, guiando su práctica de estudio y posteriormente estructurando el proceso de corrección. Por su parte, el Ing. Marcelo Giura, Secretario Académico de la Facultad, quien es Profesor Titular de Informática II en el Departamento de Ingeniería Electrónica, también adoptó la herramienta: “Por un lado, el alumno sabe cuáles son las reglas de juego; y por el otro, como docentes nos permite desmenuzar la calificación. Queda todo registrado como una radiografía de cada parcial”. Este sistema de rúbricas mejoró la evaluación en los cursos en que fue implementado. “No hubo discusiones de notas”, coinciden ambos docentes.
La limitación que encontraría la herramienta estaría dada, por un lado, por la masividad de los cursos de Ciencias Básicas; y, por el otro, a que la evaluación está vinculada al proceso de enseñanza, tal como recalca la Prof. Camilloni en todos los talleres que dicta. En este sentido, la Lic. Alicia Álvarez, docente en los departamentos de Ciencias Básicas e Ingeniería Naval, en las asignaturas Álgebra, Análisis Matemático I y Matemática Aplicada a la Ingeniería, opina: “La Evaluación es un proceso que va de la mano de la Metodología; comienza desde que el alumno ingresa al aula. Los trabajos prácticos, por ejemplo, deberían tener la misma orientación que la evaluación”.
El Ing. Germán Suppo, Secretario del Departamento de Ingeniería Mecánica, quien es docente de Diseño en 3D, Diseño Mecánico y ayudante en Proyecto Final de la carrera, comenta que la Clínica le sirvió para “objetivar nuestro trabajo, para reflexionar sobre nuestros objetivos: ¿Que el alumno apruebe? ¿Con qué calificación? ¿Qué contenidos debe aprender? ¿Qué es lo troncal en la asignatura? Si bien no utilicé rúbricas, traté de evidenciar frente a los alumnos el hecho de que la evaluación es un proceso del cual participamos los dos”. Una de las prácticas que implementó el Ing. Suppo con sus alumnos fue compartir con ellos parciales de años anteriores, para mostrar el criterio de las cátedras, y de las correcciones. “A partir de la Clínica tratamos de abrir el juego, de vincular las materias con la industria; no importa tanto la respuesta como el criterio que utiliza el alumno al elaborarla. Buscamos desarrollar competencias más que conocimientos”, explica Suppo.
Por su parte, el Dr. Manuel Carlevaro, de la asignatura Física II de Ciencias Básicas, también cambió sus rutinas en el aula luego de asistir a la Clínica para Cátedras de la Prof. Camilloni. “A raíz de que trabajamos con cursos muy numerosos, y de que la posibilidad de hacer una evaluación específica es complicada; tratamos de conseguir un feedback cuantitativo de parte de los alumnos. Lo que hacemos es encuestar a los chicos a partir de su experiencia inmediatamente luego del parcial, para poder identificar sus dificultades”, explica Carlevaro. En este sentido, su encuesta no se agota en la situación de parcial; sino que incluye consultas sobre la cursada, los tiempos de clase y los hábitos de estudio, entre otras. En este contexto, el docente retoma conceptos de la Clínica, entendiendo que “la evaluación es una instancia de fuerte aprendizaje también”. El Doctor reflexiona: “Creo que las encuestas nos sirvieron mucho a la hora de planificar la segunda mitad del cuatrimestre, por ejemplo; levantando el nivel de los chicos en el recuperatorio y en el segundo parcial”. Este trabajo de encuestas implementado por el docente es similar al que se realiza a través del Sistema Institucional de Tutorías de la UTN Buenos Aires.
Por su parte, el Lic. Roberto Ferrazzo, Jefe de Laboratorios de Física I, comparte su experiencia: “A nosotros, luego de asistir a la Clínica para Cátedras, nos interesó el tema de las competencias, especialmente en lo que respecta al trabajo en el Laboratorio. A raíz de ello comenzamos a implementar los Trabajos Prácticos Abiertos, una propuesta distinta a lo que estábamos acostumbrados. Los alumnos se mostraron entusiasmados, han aprendido a tocar, romper y, así, a aprovechar mejor ese espacio”. El nuevo tipo de trabajo práctico implementado en los Laboratorios de Física I se denomina Relato. El mismo está tratado como si fuera una investigación, y consiste en plantear a los alumnos un problema que, para resolverlo, tienen total libertad para utilizar las herramientas que crean necesarias: la Biblioteca, Internet, y ensayos, entre otras. Luego deben relatar qué hicieron y cómo lo hicieron, de manera experimental. Este Trabajo Práctico Abierto se desarrolla con posterioridad a los trabajos prácticos tradicionales. Si bien aún resta que todo el cuerpo docente adopte la metodología, la misma ya se está implementando “con mucho éxito”, en palabras del Lic. Ferrazzo. De hecho, presenta aproximadamente un 98% de aprobación, un porcentaje muy superior al de los trabajos prácticos tradicionales. “Antes hacíamos cuatro trabajos y ahora hacemos ocho. Aquí surgen cuestiones que hasta los propios docentes desconocemos. Es un espacio de creatividad; muy positivo respecto de la competencia didáctica a partir de conocimientos previos y de considerar los errores como parte del aprendizaje. Funciona como una iniciación para los alumnos en actividades de investigación elemental”, reflexiona.
Uno de los resultados obtenidos por todos los docentes consultados fue la reflexión sobre su propia subjetividad, por ejemplo a la hora de poner una nota, y la influencia de variables antes no puestas en juicio, como la revisión de calificaciones previas en la libreta, preguntar con qué profesor cursó el alumno, observar la cantidad de asignaturas aprobadas al momento del examen, entre otras. “Esto concientizó a los participantes, para mantener una distancia y una ecuanimidad que creían ya tenían”, explica el Secretario Académico de la UTN Buenos Aires, Ing. Marcelo Giura, quien reflexiona: “A partir de la Clínica somos conscientes de nuestros propias prácticas. Esto es muy importante, sobre todo en los departamentos de carrera donde muchos docentes no tenemos el título de profesor; y si bien como ingenieros estamos habilitados para ejercer la docencia muchas veces nos falta formación pedagógica y didáctica”. En 2015, la Clínica para Cátedras avanza sobre temas más específicos como Didácticas Profesionales y Evaluación de los Aprendizajes; Calificación de Trabajos Grupales y Portafolios, muchos de ellos surgidos en los encuentros anteriores. Cada vez son más los docentes que acceden a los talleres que año a año buscan elevar la calidad académica en las aulas de la UTN Buenos Aires. “Como la Secretaría Académica certificó bajo Norma ISO 9001 (ver número 43 de UTN.BA en Movimiento) incorporamos como metodología una encuesta de satisfacción para la Clínica y, a raíz de las experiencias de este año, los resultados dan siempre muy bien para excelente”, finaliza el Ing. Giura. En lo sucesivo, se anunciarán nuevos encuentros entre la Prof. Alicia Camilloni y equipos docentes de cada uno de los departamentos de carrera que componen la Facultad.